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 Las microbrigadas
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Premisas... 

Con la llegada de la revolución cubana, arribaron a la isla muchas esperanzas, es innegable que en ese fenómeno social experimentado, se incorporó un alto por ciento de la población. Habíamos salido de una indeseable tiranía, esto tampoco se puede ocultar y la gente vio en el proceso naciente, saturado de promesas desde su estado embrionario, el camino correcto para la República y las clases desposeídas. Seguros ahora de su destino por los programas sociales que fueron muy pronto apareciendo, el cubano llevó esa seguridad hasta el seno de su familia, viéndose reflejado rápidamente en el crecimiento demográfico registrado en solo unos años. 

  A la llegada de Fidel, Cuba contaba con una población no mayor de los seis millones de habitantes, no recuerdo exactamente si era menor, diez años después, ese crecimiento descontrolado, trajo como consecuencia, graves problemas en la situación de la vivienda en todo el país y crítica en la capital, debido al éxodo de personas de provincias hacia ella, emigración, que fuera en gran parte alentada por el mismo gobierno, quien desde sus inicios consideró que había llegado la hora de los campesinos y obteniendo como resultado, el abandono de gran parte de las labores agrícolas y su posterior repercusión negativa en la canasta alimenticia de toda la isla. 

   Desde los primeros años de la revolución, la construcción de viviendas por parte del Estado se redujo casi a cero, creo, si mal no recuerdo, que se limitaron a las obras terminadas por el antiguo INAV (Instituto Nacional de Ahorro y Viviendas) dirigido en ese entonces por Pastorita Núñez, esas construcciones no fueron muchas, insuficientes para satisfacer las demandas de una creciente y pujante población. 

  ¿Cómo se resolvían los problemas de la vivienda hasta los años setenta? Se hizo un escalafón en cada sindicato de acuerdo a las necesidades de los trabajadores, entonces, se les entregaban las casas de las personas que abandonaban el país, es de suponer que no todas eran entregadas, ya que desde los inicios de este fenómeno social, se declararon zonas congeladas hacia donde solo se mudaban personas autorizadas por el gobierno, muchas de esas casas permanecían cerradas durante muchos años y otras se dejaban en esa situación, alegando pertenecer a las reservas para casos de desastres. Por otra parte, muchas familias que partían, no lo hacían en su totalidad, quedando esas viviendas con algún ocupante e imposible de ser entregadas a nuevos inquilinos. 

  Se apeló más tarde a la entrega de locales comerciales que fueron declarados inhabitables, los cuales debían ser reparados por sus propios medios, pero esto también fue insuficiente y la población seguía multiplicándose a pasos agigantados, aumentaban las madres solteras, aparecía el concepto del amor libre, la liberación de la mujer, se perdieron viejos tabúes, etc. Es entonces, cuando aparecen en La Habana, las ya famosas y populares barbacoas, construcciones artesanales, donde los edificios con pisos de puntal alto, eran divididos a la mitad, dando origen a una nueva habitación, cosa que se ha hecho sin tener en cuenta resistencias de las cimentaciones, años de construcción, etc., y que en el mayor de los casos constituyen un constante peligro. 

  Fue así, que en el año 1971 y después del gran fracaso de la zafra de los Diez Millones, al gran timonel de la revolución se le ocurrió la brillante idea de las “Microbrigadas”. 
 
 
 
 

Las Microbrigadas... 

  Antes de comenzar quiero aclararle a muchos lectores, que recién casado en el año 1971 y encontrándome esperando barco en Cuba, fui enviado a trabajar por la marina a al recién formado movimiento de microbrigadas de Alamar, exactamente a la brigada Nr.63, que se encontraba construyendo la cimentación de un edificio de cinco plantas, muy cerca del garaje que se encuentra a la entrada de ese barrio. Luego, agobiado por la necesidad de vivienda, cuando regresé de la misión en Angola, fui a trabajar en la microbrigada Nr. 51 por dos años y medio, participé en la construcción de tres edificios de cinco plantas modelo Gran Panel VI, ubicados frente al policlínico de la Zona 1 en Alamar, allí obtuve mi apartamento, donde viví hasta mi salida de Cuba, la construcción de esos edificios ocurrió entre los años 1978 y finalizamos en el verano del 81. En esa microbrigada ocupé el cargo de Jefes de Obras, hasta que un día de esos en  que amanecí con el moño virado, renuncié al cargo. Mucho más tarde y a finales de la década de los ochenta, con el propósito de descansar un poco del mar y sin ser afectado grandemente mi salario, me fui a trabajar en una microbrigada de la marina en La Habana Vieja, exactamente en la esquina de las calles San Ignacio y Jesús Maria, una de las zonas más calientes de ese barrio. 

  Hago esta nota aclaratoria, porque cuando escribo algo muchas personas se preguntarán; ¿Cómo es posible que tenga dominio de esas cosas? Otras malintencionadas, dirigen ataques ofensivos, tratando de restarle credibilidad a los argumentos, pero desconocen algo que es muy cierto en los cubanos, la mayoría ha tenido que participar en innumerables actividades fuera de sus profesiones, movilizados por los organismos políticos de su centro de trabajo, es por ello, que la mayoría ha sido militares o milicianos, cortadores de caña, recogedores de café, constructores, estibadores, etc. 

¿Por qué el nombre de microbrigrada? 

Recibía ese nombre por ser una pequeña brigada, bueno, en realidad la brigada estaba compuesta de 33 hombres, pero de ellos solamente 19 trabajarían a pie de obra, los otros catorce serían distribuidos en distintas obras sociales, talleres, almacenes, etc. Esos 19 hombres tenían que construir las viviendas de los 14 que se encontraban laborando en otras actividades, así funcionaba en el caso de los marineros, cada cual iba a las micros a construir su vivienda y una vez terminado el edificio se incorporaba de nuevo a su centro de trabajo, pero no era igual para los demás trabajadores, aquellos tenían que regirse por las directivas y orientaciones que se mantenían vigentes desde la fundación de ese movimiento, esas fueron creadas por el gran timonel de la revolución y como podrá observarse en ellas, se buscaba garantizar la entrega de esas viviendas a los más comunistas y revolucionarios, sin tener en cuenta las necesidades de las familias, por eso siempre he dicho y repito, que el sistema en sí es una imparable fábrica de enemigos. 

  Las microbrigadas tenían un régimen de trabajo de diez horas diarias de lunes a sábados, que hacían un total de sesenta horas obligatorias, de las que solo pagaban cuarenta y cuatro horas, sin embargo, la diferencia entre ambas no eran consideradas como horas de trabajo voluntario en los cómputos que se llevaban de ellas, con el fin de analizar los méritos de las personas a la hora de la discusión por el derecho a una vivienda. Solo se contaban como horas de trabajo voluntario, las trabajadas a partir de finalizada la jornada de trabajo y las de los domingos. 

  Para un trabajador que viviera distante del lugar donde se encontraba la construcción, representaba tener que levantarse a las cuatro de la mañana y su regreso al hogar después de trabajar solamente las diez horas, casi siempre se producía después de las ocho de la noche, lo cual constituía un verdadero sacrificio, en ese grupo de personas me encontraba yo. 

  Los trabajadores integrantes de las microbrigadas no podían tener tres llegadas tardes al trabajo, de suceder esto, eran expulsados deshonrosamente del movimiento con un señalamiento en su expediente laboral. Cinco minutos después del pase de lista llevado a cabo en la micro, el Jefe de la brigada debía entregar ese reporte a las oficinas y esa persona que llegó tarde era excluida del derecho a la merienda. 

  Si la persona resultaba ser enfermiza era dada de baja inmediatamente, de nada servían los certificados médicos emitidos por cualquier hospital, cuando se reincidía en una enfermedad, la baja era segura, por tal motivo, se podía ver a muchos trabajadores sumamente necesitados de viviendas, trabajar enfermos. 

  Representantes del Partido podían aparecerse diez minutos antes de finalizar la jornada de trabajo y solicitarle al Jefe de la misma varios hombres para realizar otras labores (con carácter voluntario), al cual era imposible negarse y siempre que esos trabajos finalizaran antes de las doce de la noche, se tenía que acudir al trabajo en horas de la mañana para cumplir con la jornada normal. Es bueno aclarar que casi siempre se partía a esas actividades sin haber comido. 

 En las microbrigadas se tenían que realizar dos guardias mensuales, una era cuidando la propia brigada y la otra en cualquiera de los almacenes del plan, ellas no te exoneraban del cumplimiento de la jornada de trabajo al día siguiente. 

  En las microbrigadas era obligatorio la participación en las diferentes concentraciones y marchas llevadas a cabo por el gobierno, cada microbrigadista debía responder al punto de cita, desde donde partiría para esas actividades luego de ser controlados por el Sindicato y el Partido. 

  Los equipos de excavaciones como los martillos neumáticos, (los usados para picar las calles), concreteras y otros imprescindibles en la construcción de la cimentación, cisternas, etc., solo le eran otorgados a las microbrigadas en horas de la noche, si esas labores terminaban antes de las doce de la noche, había que responder al siguiente día para cumplir la jornada de trabajo, es de suponer que estas horas no se pagaban.

  No puedo negar que en los inicios de la fundación de ese movimiento y me refiero al año 1971, la comida y las meriendas eran buenas y abundantes, en los años 78 dejaba mucho que desear su calidad y cantidad, pudiéndose encontrar gusanos dentro de ellas. 

¿Funcionaban de una manera continua esas brigadas? Absolutamente no, había muchas de ellas paradas por más de un año; ¿Qué sucedia? Pues que el gobierno se encontraba enfrascado en tareas que aparecían fuera de su planificación, me refiero a esas que se le ocurrían al Comandante de un día para otro, entonces, como carecían de mano de obra para realizarlas, la técnica más común usada en esos tiempos era, no servirle materiales de construcción a la brigada en cuestión y la declaraban en “Paro parcial”, sus hombres eran llevados hacia esas “tareas de choque” y luego no sabían cuando se produciría el retorno, así, se podía observar decenas de esas brigadas paradas y a hombres que fueron en busca de una solución a sus problemas, explotados vilmente. 

¿Cómo se robaba en las Microbrigadas? 

Los materiales de construcción al igual que los alimentos, siempre han gozado de buena demanda en el mercado negro del país, robar allí era lo más sencillo y legal que se hacía, es de suponer que el microbrigadista no era el que robaba, quienes lo hacían ocupaban cargos de dirección en la Empresa y Almacenes del Plan. 

  Supongamos que un modelo de edificio fue diseñado para que se le colocaran tantas hileras de cerámica en los baños y en la cocina, si a cada apartamento usted le quita una hilera de ellos, en un edificio de 30 apartamentos le sobrarán algunas cajas, no es necesario esperar a la terminación del revestimiento de esos baños y cocinas, se pueden retirar inmediatamente sin temor a equivocación, es de suponer también, que esta operación es llevada a cabo con la complicidad del Jefe de la brigada, quien hace entrega de un papel de devolución al almacén y dicha mercancía nunca regresará a ese lugar, no hay necesidad que lo haga porque había salido de él legalmente. De igual forma salían las puertas, ventanas, estantes de cocina, pintura y cemento, pero lo más significativo de todo este problema es; que esa gente ladrona eran en su totalidad militantes del Partido, ya que en Cuba se exige como condición indispensable para administrar cualquier cosa, hasta lo más insignificante, ser militante y eran precisamente ellos los que tenían el poder, potestad y credibilidad para evaluar a cualquier persona y destruirlo si fuera necesario. 

¿Se encontraba completa la brigada todo el tiempo? 

Esa fue una de las principales razones por las que renuncié al cargo de Jefe de Obras, de 19 hombres que debía disponer para trabajar, nunca llegué a contar con más de 10 a pie de obra, si descontamos los dos que se encontraban de vacaciones, los movilizados por el Comité Militar (que a esa hora todo el mundo prefería encontrarse movilizado), los movilizados por el Partido (Idem al anterior), los que se encontraban pasando cursillos del Partido (Idem al anterior), los que se encontraban realizando gestiones del Partido (Idem al anterior), los que se encontraban en reuniones del Partido en horario de trabajo, el enfermo eventual, etc, les aseguro que nunca llegué a sumar esa cantidad de hombres para atender a dos edificios al mismo tiempo. 

¿Cuál era la posición de las mujeres en esas brigadas? 

Generalmente todos deseaban deshacerse de ellas y enviarlas a trabajar con la otra parte que pertenecería al Plan, allí, las que estaban muy buenas tendrían asegurado un puesto en las oficinas, las viejas se distribuían en otras áreas, estas últimas eran las más sufridas y las que causaban lástima, por lo general pasaban más de cinco años si obtener una vivienda, sin olvidar que la mayoría de ellas debían realizar labores domésticas cuando finalizaban sus jornadas laborales. 

¿Cómo se repartía la vivienda? 

En el caso de los marinos, teníamos asegurados nuestros apartamentos al terminar la construcción, luego, al final de los ochenta esta condición se rompió, para ponerse de acorde a lo establecido por el Comandante, o sea, había que discutirlo en asambleas. 

  Como dije anteriormente, esas viviendas se repartían de acuerdo a las cualidades revolucionarias o comunistas de las personas, no importa para nada si un simple trabajador vive hacinándose en un cuartucho con cinco hijos, poco interesa si una madre divorciada se encuentra en iguales condiciones o tal vez peores, lo que le importa al sistema es satisfacer las necesidades de aquellos incondicionales, unas veces inteligentes y otras oportunistas, no importa que ese individuo sea soltero y esto lo afirmo porque en los edificios de mi brigada se mudó uno de ellos, pero lo que prima ante todo, es la incondicionalidad. 

 Se convoca a una degradante asamblea en el centro de trabajo, donde ya el Sindicato tiene las solicitudes de los interesados y una lista de los méritos de cada cual, así puede resultar, que un individuo que no sabe donde queda el edificio construido, es el ganador de uno de esos apartamentos levantado con el sudor de un padre de familia desesperado, solo porque el otro posee el mérito de encontrarse estudiando  por la noche, que tiene misión Internacionalista, que fue propuesto para un cargo dentro del sindicato y que participa en trabajos voluntarios del centro, digo que esas asambleas eran degradantes, porque allí los dolidos comienzan a sacarle trapos sucios a los vencedores, surgen problemas personales, salen a relucir conflictos matrimoniales, infidelidades, etc., pero al final de toda esa jornada, el incondicional se lleva las llaves y el desesperado no tiene otra alternativa que continuar su amarga experiencia hasta resolver su problema, surge entonces una pregunta; ¿Es de verdad una preocupación para ese gobierno, el problema de la vivienda que tienen los trabajadores o los ciudadanos sencillos? Por supuesto que no, esa necesidad ha sido utilizada para premiar a sus leales y fieles carneros sin importarles un comino, la situación en la que vivan los hijos de esos trabajadores. 

El Plan Pulmón.— 

  Bonito nombre se les ocurre a estos comunistas, pero no es nada de ficción, así se le llamaba o llama a un plan que es otra alternativa para resolver el problema de la vivienda, consiste en irse a trabajar después de su jornada de trabajo habitual a una microbrigada, allí laboran otro grupo de desesperados todas las noches más los sábados y domingos, llevando un estricto control de las horas que aportan a la obra, para surgido un problema a la hora de la culminación, sentarse a discutir. Como quiera que sea, ese inhumano sistema de tratar de resolver un grave problema, no ha satisfecho as necesidades de la población cubana y no es para menos que lleve ese raro nombre, cualquiera suelta los pulmones trabajando en esas condiciones y mal alimentados. Hace solo dos meses uno de mis cuñados se mudó a un pequeño edificio de solo ocho apartamentos, que fuera construido con el plan pulmón, demoraron doce años en su construcción, creo que el doble o el triple del tiempo que demoró levantar a los Twins de New York, siendo una muestra de la ineficiencia de ese sistema. 

  Hace solo tres días pasaban por el noticiero de la CNN un reportaje sobre el estado de la vivienda en Cuba, el Director del Organismo que controla la vivienda en el país manifestó, que el 52% de las viviendas en La Habana estaban en muy mal estado y no tenían reparación, cuando ese individuo da esas cifras, el lector puede con toda confianza considerarlas muy superior, porque por regla general ellos falsean todas las informaciones de Cuba y eso lo sabemos los cubanos. 

  Tienen que estar en pésimas condiciones esos edificios que no han probado el sabor de la pintura desde 1959, que no saben lo que es un albañil, ignoran lo que es un plomero y conocen muy bien los problemas de sus inquilinos. Una vez más reconocen públicamente que aquí también han fracasado, bueno, la realidad es que no se sabe donde han ganado. Lo que si es cierto, es que aquella fábrica de enemigos no deja de producir constantemente, ayer fueron los hijos de aquellos primeros obreros, hoy son sus nietos, mientras tanto, lloremos como siempre, la culpa la tiene el bloqueo. 
 
 
 
 

Esteban Casañas Lostal.
Montreal..Canadá
10-6-2000.