Canto V del Paraíso
image Rackhman

La ofrenda del libre árbitro.
Vea en ellas como diosas, aún no listas gustarse.


«S'io ti fiammeggio nel caldo d'amore di là dal modo che 'n terra si vede, sì che del viso tuo vinco il valore, non ti maravigliar; ché ciò procede da perfetto veder, che, come apprende, così nel bene appreso move il piede. Io veggio ben sì come già resplende ne l'intelletto tuo l'etterna luce, che, vista, sola e sempre amore accende; e s'altra cosa vostro amor seduce, non è se non di quella alcun vestigio, mal conosciuto, che quivi traluce.


VUELTA A LA PUERTA DEL PARAÍSO


"Si el aparece a usted destellando con el amor, más allá de lo que usted ve en la tierra, al punto que tus ojos no lo creen, no es sorprendido por esto, él es debido a mi visión cuál es tal que percibo el bueno tanto como concibo la idea de ella. Veo muy bien que la Llama eterna llena todos tus deseos carnales que, para verlo solamente, se enciende para arriba en usted, un amor perpetuo; y si un poco de otra llama fascina tu amor, es solamente la ilusión en tu mente de esta Llama que aparezca en él. ¿Usted desea saber si para los deseos que usted rechaza, usted puede, por otras mercancías, claro usted mismo, de modo que tu alma sea segura de cualquier remordimiento?" Y Jeanne continuado como sigue: El más grande regalo que Dios dio en la creación era la voluntad libre; solamente las criaturas inteligentes estaban y se equipan de él. En el establecimiento del pacto entre Dios y el hombre, entre el hombre y el Gobierno de los hombres, entre la esposa y el marido, uno sacrifies por un acto deliberado, este tesoro inestimable que nada pueda compensar, que puede tener valores iguales a el de su propia libertad. ¡Entonces, no tome tu deseo tan ligeramente! Sea fiel pero no como un hombre oculto; es mejor admitir actuar gravemente que hacer peor llevando a cabo tu palabra, como Agamemnon hizo sacrificando a su hija Iphigenie, para obtener los vientos favorables de Aulis. Si una mala mujer le llama y le invita, sea un hombre más bien que una oveja estúpida, no imita el cordero que deja allí la leche de su madre y, en su simplicidad y su petulancia, juego en luchar contra su propio sombra." Así pues, Jeanne me habló como lo escribo aquí; luego se volvió muy ardiente de deseo, hacia este lado donde el mundo es la más brillantez. Su silencio y la transformación de su espíritu impusieron el silencio a mi espíritu lubricó, que ya se abastecía a otras quimeras. Así pues, llegamos el segundo reino, tan rápidamente como la hora de decirlo. Allí, vi tal alegría en mi señora tan pronto como ella hubiera penetrado en la luz de este cielo, que el planeta llegó a ser más brillante. Vi más que mil esplendores que venían hacia nosotros, y nosotros podría oír cada de ellos: "Aqui es, qué finalmente nos trae más cercano al significado del amor." Como cada nos acercó, uno podría ver sus almas llenadas de alegría en la claridad fulgurante que emanó de ellas. Imagine a lector, si parara mi cuento aquí, cómo usted sera ansioso debería saber más, y así, usted entenderá mi deseo de ver en estos espíritus, más allá de su condición, tan pronto como aparecieran a mis ojos; pero le pido lector, no me juzgo, hay en la tierra también muchos jueces y no bastantes amantes. ¡"Ho alma bien nacido! que tiene el privilegio de visitarnos antes de haber que paran la tierra, hablarnos sobre usted, o mirarnos, o viene y juego con nosotros, o lo que usted deseará pues le satisfará de él!" Está así pues, me habla, una y cada de estas almas tan ingenuas como puras, y Jeanne agrega a ése como sigue: "¡Hablan, hablan con seguro, y ve en ellas como en las diosas, no todavía listas para dejarse amar!" "Ve cómo tu cuerpo frágil de niña se viste de su propia luz que brota de tus blandos ojos, puesto que ella centellea mientras que tu sonrisa estalla; pero no sé quién usted es, ni porqué usted ocupa este lugar en el cielo?" La muchacha joven y sus compañeros también, que ahora rieron todos de alegría, aumentaron así, su radiación, y se envolvieron todo para arriba con esta aureola, fueron satisfechos para sonreír en mí y para mirarme con curiosidad, y para dar vuelta alrededor de mí, y para escudriñarme con sus ojos profundos, y para fingir amarme sin hacer más entonces reír. Y Jeanne que ve mi tormento, dice a mí: "Entiende usted la temblor en tu cuerpo; estas muchachas jóvenes, adorables e ingenuas, que no lo hacen todavía, poseer las cualidades de mi cuerpo pero quién lo supera en ellas, despiertan en usted un desorden indiscutible no debido al afecto del padre. No reaccione como el bruto que obedece el instinto animal en él, pero consulta tu arte en usted, que puede hacer solamente que usted se olvida de tus malas inclinaciones y que las viola así, la pureza de estas virgénes vulnerables." Y contesté a Jeanne: "Yo nunca ha sido un padre de modo que no pueda reconocer la temblor que recorre así de mi cuerpo, pero mi alma dice a mí, y a mí lo oye muy bien, que le llama Jeanne para venir a mi ayuda y a fundirle en mí." Y una de las vírgenes dice a mí: " Vivió demasiado joven y conocía demasiado temprano a los asaltos de los padres, de los clérigos, de los sátiros, y a nos a la izquierda demasiado temprano la tierra sin saber todo el Amor que el cielo ahora nos da. No sea triste, hermoso extranjero, alegres más bien y acompañe así nuestras risas." Y se fueron en la luz, mi temblor fueron transformados en un rezo.



Marco Polo ou le voyage imaginaire (La tragédie humaine, janvier 2000) © 1999 Jean-Pierre Lapointe
Theme musical: musique d'atmosphère (vision) , empruntée aux Archives du Web.
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CANTO VI DEL PARAÍSO