Canto XXI del Paraíso
image Luis Rojo

El sirviendo apresurada del Consejo Supremo.
Experimento en mi, todo el amor que me muestras.


Già eran li occhi miei rifissi al volto de la mia donna, e l'animo con essi, e da ogne altro intento s'era tolto. E quella non ridea; ma «S'io ridessi», mi cominciò, «tu ti faresti quale fu Semelè quando di cener fessi; ché la bellezza mia, che per le scale de l'etterno palazzo più s'accende, com'hai veduto, quanto più si sale, se non si temperasse, tanto splende, che 'l tuo mortal podere, al suo fulgore, sarebbe fronda che trono scoscende.


VUELTA A LA PUERTA DEL PARAÍSO


Ya, mis ojos habían sido fijados otra vez en la cara de mi Señora, y, con ellos, de mi espíritu que había sido divertida de cualquier otro objeto. Ella no rió, sino que ella dice a mí: "Si yo reído, usted hizo similar a Semele, cuando la redujeron a las cenizas, porque mi belleza, que, como usted la vio mi Marco suave, enciende más y más mientras que va uno para arriba; su resplandor sería insoportable a usted si no fue velado a tu vistazo de mortal, como alimentar el deseo carnal en usted. Hemos subido hasta el séptimo esplendor, arreglos su espíritu allí, donde lleva sus ojos, y hacemos de ellos, un espejo a la figura que aparecerá a usted en este espejo." Quién podría describir este alimento carnal, que mi vistazo percibido en esta cara bendecida, en el momento que cuando vagaron mis pensamientos, entendería cuánto era agradable que obedezca a mi Enamorada celestial, pero no sabiendo más a cuáles de los dos placeres se dedican. Entonces vi una escala, del color del oro que es afecta por un rayo de sol, y que se levantó tan arriba que mis vistazos no podrían seguirlo. Vi yendo abajo por los grados tan muchos esplendores, de que yo pensado que todas las luces que una ve sobre el cielo, se habían animado en esto solamente el lugar. Así aparecido a mí, estos espíritus vienen de a otra parte, como un enjambre de los pájaros encaramados, y que vuele lejos a menos ruido, después se vuelve al resto inmóvil, o continúa girando sobre intentar reclinarse en los grados. Uno de ellos se inmovilizó cerca de nosotros, y, ella hizo tan luminosa que dije a me: "Experimento en mí, todo el amor que usted demuestra a me." Pero aguardé de La que me quia, ella indica a mí la manera y el momento a hablar o a mantener silencioso, pero ella seguía siendo inmóvil sin no decir nada. También mantuve silencioso y no me atreví pedir, a pesar de mi deseo profundo; ella que vio en mí como El que ve todo, dicho a mí: ""Habla a él, Marco, y así, apacigue el ardor de tu deseo de saber todo, como el de amarme!" Comencé como sigue: "Yo no soy digno que usted me contesta, pero en el nombre de quién me autoriza a preguntarla, el alma bienaventurada que se sostiene ocultado en su alegría, me dejó sabe la razón que hizo que usted me acerca, y me dice porqué no oigo más, en esta esfera, la sinfonía suave de los Cielos, que aún los resuena en las otras esferas." Ella me contestó: "Su audiencia, como su vista, es la de un mortal; aquí uno no canta por esta misma razón que evite que Jeanne ría. La luz tan bajo me desciendo por los grados de esta escala santa, para satisfacerle de mis solamente palabras, y de la cual me visto, pero no apaciguir su obscuridad desea. Es no solamente la atracción ni el amor, que me habían hecho así que aviso se dejó ser encanto de usted, porque hay para arriba allí, todo el amor que necesitamos, como demuestra él a usted, nuestro ardor que centellea. Pero es la caridad de la sublimación que hace de mí, la sirvienta asiduo del Consejo supremo, y da cada de nosotros, su papel además de los mortales como usted." Contesté entonces: "Usted ve muy bien, esplendora consagrada, cómo un amor libre está bastante en esta corte para llenar los deseos del Dios eterno; pero no manejo entender, porqué usted era ella, la única entre sus compañeras, predestinada para escuchar mis oscuros deseos." Había pronunciado apenas la palabra pasada, esa esta luz hecha de su centro un eje, y comenzada para dar vuelta alrededor en se como un derviche. Entonces, todo el amor que estaba en ella contestó: "Una claridad divina abajo en mí, penetrando el de quien me envuelvo, y su virtud, unió a mi visión, me eleva tanto sobre me que veo la Essencia suprema de la cual emana. De allí viene la alegría de la cual ardo, porque igualo la claridad de mi llama a la claridad de mi visión. Pero el alma que recibe en cielo la mayoría de la luz, el Seraphin que fija más profundamente sus vistazos en Dios, no podría satisfacer su petición, porque qué usted desea saber se inserta tan profundamente en el abismo de las intenciones eternas, que se escapa de la vista de creado siendo. Y cuando usted volverá en el mundo de los mortales, traiga esta respuesta que le di, de modo que quienquiera no suponga más, para dirigir sus pasos hacia tal objetivo. El espíritu que brilló aquí, está en la tierra, obscurecida por el humo: vea entonces cómo podría hacer allá qué no puede hacer aquí, aunque el cielo lo acomoda." Sus palabras reflejaron bien así un término a mi deseo que abandoné a mi pregunta y limitado mismo humildemente para preguntarla que ella era: Era pupilo del Rey, cada de nosotros era una también, tan hermosas como usted nos ve, y dedicado para servirle y para poblar esta tierra tan triste y tan grosera, y sabíamos animarla de nuestros encantos, y la volvieron más fácil apoyar, y permitido lo a crecer, que existe, que ama y que pare." A esta voz, vi mil de llamas que venían abajo de grado al grado y al giro, y en cada vuelta él llegó a ser más hermosas; él vino alrededor primer y paró allí, y él empujó un grito agudo y tan de gran alcance que nada no podría comparar a él aquí; no entendido le entonces, tanto su ruido lo abrumó.



Marco Polo ou le voyage imaginaire (La tragédie humaine, janvier 2000) © 1999 Jean-Pierre Lapointe
Theme musical: calypso de Jean-Michel Jarre, emprunté aux Archives du Web.
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CANTO XXII DEL PARAÍSO