PARA ACABAR CON LA NADA
(AFORISMOS)

Pierre-Yves Millot
dirección : pymillot"at"yahoo.com

traducción : Maliyel Beverido
título original : Pour en finir avec le Rien


primera edición castellana en Forum, revista de arte y cultura mexicana (junio 2006)


El tiempo será siempre lo que siempre ha sido.

Cuando hurgo en mis recuerdos, vuelvo a ver la cueva en la que vivía mi tribu hace cientos de miles de años, y me digo por un lado que el tiempo pasa rápido, y por otro que mi memoria no es tan mala.

Dios existe porque Dios es lo que no existe.

La vida es una serie de malentendidos. Empezando por Dios.

Conservemos nuestros odios para Dios, y nuestras compasiones para nosotros. Él saldrá siempre bien librado.

¿Cómo creer en Dios cuando uno ni siquiera cree en uno mismo?

El individuo es la única persona con la que me gusta codearme.

Todos somos diferentes y parecidos; estoy totalmente de acuerdo con quien pretenda lo contrario.

¿Quiénes son aquellos otros que se creen ellos mismos?

Entre un humano y un guijarro, no veo mayor diferencia que entre una rana y un sapo.

Rousseau decía: el hombre es naturalmente bueno. Debió contentarse con: el hombre es natural; O el hombre es Natura. Y aún... Entre hombre y natura, de buena gana quitaría el "es". Finalmente Rousseau debió mejor abstenerse de decir cualquier cosa, como de hecho todos los demás.

A fuerza de suponer que el hombre existe, acabaremos creyéndolo.

Cuando no pienso en la muerte tengo la impresión de perder el tiempo.

Me gusta tantísimo la muerte que de buena gana me moriría varias veces.

Incluso en el último momento no podré creer en mi propia muerte; ¡y tendré razón!

Espero el fin del mundo con impaciencia. Es inminente: apenas unos cuantos millones de años.

Toda una vida para aprender a morir.

La vida es un error.
La muerte es un contrasentido.

La muerte no sólo le sucede a los demás. ¡Cuánto me gustaría ser uno de los demás para asegurarme de ello!

El recuerdo de mi futura muerte me divierte o me atemoriza, según el caso.

Voy a morir, voy a morir, voy a morir. A fuerza de repetirlo acabaré por convencerme.

Decir "yo soy" es una invitación al suicidio.

¡Qué tristeza no poder lograr más de una sola vez el suicidio!

Entre toda la gente muerta ¿Habrá alguien que se acuerde de mí?

La Historia es demasiado larga para que uno se acuerde de ella.

Si estuviese solo en la tierra, haría como si no estuviera allí.

¿Quién dijo que la soledad era pesada?
Sin duda alguien que no había sido aplastado aún.

Si las palabras no existieran, tendría cuidado de no dar a mis gruñidos el mínimo significado.

Sólo el sinsentido puede dar sentido a mi vida.

Mi religión: el absurdo.
Las otras no tienen sentido

Si las apariencias son engañosas, ¡qué decir de la realidad!

No logro percibir la realidad más que en la vaguedad de lo incierto.

Cuando se charla con un guijarro se tiene mayor oportunidad de distinguir los límites de la conversación.

El aburrimiento es mi distracción favorita.

Aburrirse es no aburrir a los demás.

Me equivoco cuando pienso.

Toda idea que no se contradice a sí misma forzosamente es sospechosa.

El auténtico pensador: Aquel que no ha escrito, ni siquiera expresado, nada. La actividad de los demás tiene que ver con la prostitución.

Pensar toda una vida para llegar hasta aquí...

Entre mi conserje y Leonardo da Vinci la diferencia es tan pequeña que llego a creer a veces que es él quien me trae el correo de la mañana.

"Artista", tan sólo escuchar esa palabra me da ganas de vomitar.

La escritura no deja más huellas que la espuma de las olas en la arena.

La escritura no es otra cosa que una suma azarosa de palabras, un desafortunado aparejo de signos.

Todos esos infinitos: ¡qué cansancio!

Tan lejos como yo mismo pueda encontrarme, jamás tendré la impresión de estar en otro lado que aquel en el que no estoy.

Hay que dejar los momentos de abandono a los profesionales del desaliento, a los especialistas del desencanto.
Los simples aficionados se arriesgan a perderse dentro.

Nada es inexplicable, sino todo.

Nada es prescindible, ni la "nada". A menos que... Todo sea prescindible, hasta el "todo". Aunque... Pongamos que sólo es prescindible lo prescindible, y dejémoslo ahí.

A fuerza de no buscar nada, acabaré por llegar a ninguna parte.

Finalmente no hay tanto espacio entre lo infinitamente pequeño y lo infinitamente grande. Sólo una nada de infinito.

No veo nada mejor que hacer que nada. Pero no hacer nada requiere de temeridad.

En el origen de todo, no veo nada que pueda ser.

No hay nada que esperar de todo; Hay todo que esperar de nada.

Antes del inicio, no hay nada, Después del fin, no hay nada.
¿Quién es, pues, ese pretendido NADA que nos persigue impunemente y nos rodea insolentemente?

Me gustan las frases que casi no dicen nada; Tienen la fuerza de la insignificancia.

Demos a lo insignificante la importancia que merece.

Hay que perseguir lo infinitamente pequeño Para lograr las dichas de la insignificancia.

¿Ser o no ser? ¡Qué pretensión! Digamos más humildemente: Nada o algo. Y aún así... el simple hecho de hacer esta pregunta me parece audaz; e incluso hacer cualquier pregunta.

Cuando hayamos comprendido que no hay nada que comprender, sólo quedará olvidar todo lo que no se haya comprendido.

Las frases son demasiado largas.¡Qué no puede decirse con una sola palabra! ¿Bastará con "nada"?





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