Le caillou de monsieur Pierre

La piedra del Señor Pedro

Pierre-Yves Millot
dirección : pymillot"at"yahoo.com

Traducción : Alicia Trueba Arteaga de Martínez

Título original : Le caillou de Monsieur Pierre




Alicia Trueba de Martínez, sobrina del novelista Alfonso Trueba, es autora de varios cuentos y de un ensayo sobre Albert Camus, Del absurdo a la esperanza (1978 - Criterio Ediciones).




Personajes

El Señor Pedro
Anatole
El extranjero
La Señora Ermont
(señora de edad)
La enfermera
(así nombrada porque está vestida de enfermera)
La joven



El Señor Pedro, la Señora Ermont, Anatole y el extranjero se encuentran en una pieza donde los únicos elementos de decoración son una mesa y algunas sillas o sillones. Están sentados y parece que esperan algo. El extranjero lee. La Sra. Ermont tose de tanto en tanto. El Sr. Pedro parece sereno. Anatole se muestra nervioso. Las entradas y salidas se hacen por las puertas situadas a cada lado de la escena (puerta A y puerta B). Un muy largo tiempo antes de la entrada de la enfermera por la puerta B.

La Enfermera
Señoras, señores : la próxima entrevista está retrasada por un cierto tiempo por razones inexplicables. Volveremos para darles mayores precisiones cuando lo juzguemos necesario.

La enfermera se eclipsa por la misma puerta. Nuevo momento de silencio.

Sra. Ermont
Pero, ¡esto no puede ser! ¿¡Oyeron!? ¿Por quién nos han tomado?

Sr. PEDRO
En efecto, es bastante impertinente.

Sra. Ermont
¿Impertinente? ¿¡Usted llama a esto impertinente?! Yo lo llamo grosería. Pero, en fin... ¡Ustedes escucharon a esta pequeña descarada! “la siguiente entrevista está retrasada por un cierto tiempo por razones inexplicables.“

Sr. PEDRO
Eso tiene el mérito de ser claro.

Sra. Ermont
“Un cierto tiempo“, ¿usted encuentra claro eso?

Sr. PEDRO
De cierta manera, sí. Yo prefiero eso a: “la próxima entrevista tendrá lugar dentro de quince minutos". (soñador) esta noción del tiempo... yo nunca he comprendido bien a que se refiere ... En cuanto a decir “por razones inexplicables” me pongo de pie sobre mi silla y aplaudo con mis dos manos (él lo hace, baja de su silla y continúa hablando desplazándonse frente al auditorio). ¡Cúanta modestia en esta confesión de impotencia! ¡Qué franqueza! ¡Cuánto valor! ¿Se dan cuenta? “por razones inexplicables...”. Ella habría podido decir “por razones que no conocemos pero que no tardaremos en descubrir” o peor aún, dar una falsa razón: “en razón de una falla del ordenador”... o “de un plan de trabajo sobrecargado”... o “a causa de un repentino malestar del responsable” pero, no! ella ha dicho “por razones in-ex-pli-ca-bles!” ah! ¡Qué pudor! ¡Qué belleza! Sí, yo lo repito: ¡Qué belleza!

Se sienta. Silencio.

El Extranjero
(Él levanta la cabeza de su libro y súbitamente declama sentenciosamente)
¡Abuti rebusfang macogem lemdac nouvaperec simulo ponoklivatch!

ANATOLE
¿Qué es lo que ha dicho? (al extranjero) ¿Se puede saber lo que usted dice? (Silencio del extranjero hundido de nuevo en su lectura.) Ah, no! El señor prefiere no explicarse. Prefiere quedarse en lo suyo y a los demás les importa un bledo!

Sr. PEDRO
Bah, déjelo, si él prefiere no decir nada.

ANATOLE
De acuerdo. Pero es un poco fácil. ¡Uno se levanta, dice algo en una lengua incomprensible y se vuelve a sentar como si nada!... ¿Saben Uds...? yo he viajado mucho.

Sr. PEDRO
(después de un silencio)
¿Qué hay con eso?

ANATOLE
Estoy harto de esperar, ¿comprenden? ¿A qué se parece esto, eh? ¿Qué es toda esta comedia que se nos está haciendo representar? Yo no estoy aquí para representar comedias, Yo estoy aquí para vivir. (se sienta).

Sr. PEDRO
(calmando)
Yo encuentro que usted exagera un poco. ¿No será que Ud. es un poco pesimista?

Anatole se pone a farfullar palabras ininteligibles. Saca un diario de su bolsillo y se pone a hojearlo ruidosamente.

Sr. PEDRO
¿Son buenas las noticias? (como él no responde) Ah, uno se permite dar lecciones de altruísmo pero no se toma el trabajo siquiera de levantar la cabeza cuando alguien le dirige cortésmente la palabra... (a la señora) ¿En qué está usted pensando mi querida señora?

Sra. Ermont
Mm, a mi me gustaría saber porqué se nos hace esperar...

Sr. PEDRO
¿Aún con eso? Pero nos lo acaban de explicar querida señora. Es necesario tenerles confianza.

Sra. Ermont
Sin embargo... Me gustaría entender...

El Extranjero
(mismo juego)
Gourai lavujoka apo linerouk seta bukari lova guarani peplum recavolak.

Sra. Ermont
Ese señor parece saber muchas cosas... Lástima que sea tan descortés.

Sr. PEDRO
Vamos. ¿Usted también encuentra que es descortés expresarse en una lengua extraña?

Sra. Ermont
¡Pero claro! ¿Cómo quiere usted que comprenda... Yo necesito comprender las cosas...

Sr. PEDRO
¿Por qué?

Sra. Ermont
¿Cómo que por qué?


Sr. PEDRO
¿Por qué tiene usted necesidad de comprender las cosas?


Sra. ERMONT
Y bueno, yo... eh...


ANATOLE
(levanta bruscamente los ojos de su periódico)
Usted acaba de confundir a ésta pobre señora.


Sr. PEDRO
¿Cómo? ¿que dice usted?


ANATOLE
Sí, usted acaba de martirizarla.


Sr. PEDRO
¿Martirizarla? ¡Vamos! Yo simplemente le acabo de formular una pregunta muy amigablemente.


ANATOLE
(con una voz fuerte)
Hay preguntas que no se plantean... y usted sabe muy bien por qué.


Pausa. La viejita abre su bolso y saca una hoja. La lee con dificultad.


Sr. PEDRO
¿Es su convocatoria?


Sra. Ermont
Sí, yo quería verificar la hora... pero no la veo.


Sr. PEDRO
Permítame su documento, yo voy a ver por usted. (ella le tiende la hoja) veamos, Señora Juliette Ermont... ¿es su nombre?


Sra. Ermont
Ermont, sí, con una t al final.


Sr. PEDRO
(él lee)
“Señora Juliette Ermont: en razón de las circunstancias que Ud. conoce, le rogamos tenga a bien presentarse en la oficina 437 con el fin de dar lugar a su candidatura. Para llegar la invitamos a seguir escrupulosamente las indicaciónes que figuran al reverso. Pudiendo ser mal interpretado el menor retraso, le recomendamos la mayor puntualidad”... Ya está, es todo. Al dorso están las indicaciones para llegar ¿Usted las ha seguido escrupulosamente?


Sra. Ermont
¡Sí, yo creo, puesto que estoy aquí!


Sr. PEDRO
Evidentemente.


Sra. Ermont
Pero, ¿no hay hora entonces?


Sr. PEDRO
No.


Sra. Ermont
Sin embargo, me parecía haber visto...


Sr. PEDRO
¿Qué hora era?


Sra. Ermont
Y... bueno, justamente, no lo recuerdo.


Sr. PEDRO
Entonces, no es grave... Poco importa la hora. Lo principal es ser puntual.


Sra. Ermont
Bien, en todo caso. Estoy en el lugar adecuado.


Sr. PEDRO
Sí, usted está donde debe estar. No tiene nada por qué preocuparse.


Sra. Ermont
Gracias por su amabilidad.


Sr. PEDRO
Pero mi querida señora, no tiene que agradecer.


Se escucha a Anatole suspirar. Después de un tiempo la señora continúa.


Sra. Ermont
¿Usted no ha recibido convocatoria?


Sr. PEDRO
Yo no sé. En casa es mi mujer la que abre la correspondencia. Y además yo estoy aquí desde hace tanto tiempo ya...


Sra. Ermont
Usted debe saber donde está la sala para...


Sr. PEDRO
Es la puerta del fondo, allá.


Ella se levanta se dirige a la puerta A; camina con dificultad. De pronto se da cuenta de que ha olvidado su bolso, regresa a buscarlo, después se dirige nuevamente hacia la puerta y sale.


ANATOLE
¡Ah, lalalala!


Sr. PEDRO
¿Que pasa?


ANATOLE
¡Ah, lalalala!


Sr. PEDRO ¿Y bien?


ANATOLE
Ah en fin... (como si cambiara de tema). Uno termina por aburrirse a fuerza de esperar. (Bosteza ruidosamente)


Sr. PEDRO
Yo, yo no me aburro; esperar es mi ocupación preferida.


ANATOLE
¡Eso suena bien!


Sr. PEDRO
Sabe usted, yo no estoy aquí totalmente por azar.


ANATOLE
Ah, ¿Usted es voluntario?


Sr. PEDRO
De algún modo, sí. Esperar es mi ocupación preferida.


ANATOLE
Extraña ocupación. Usted pertenece al género de los optimistas autenticos, supongo.


Sr. PEDRO
No, optimista de ocasión.


EL EXTRANJERO
(mismo juego que antes)
Orla kitu era humano owendo carli vati: ¡Sotu virgilia varlopetitch!


ANATOLE
¡Pero!... éste si que está verdaderamente loco. ¡Y se dan cuenta como se vuelve a sentar tranquilamente como si nada hubiera pasado!


Sr. PEDRO
Cada uno con sus manías.


ANATOLE
(sospechoso)
Me gustaría saber qué es lo que está leyendo.


Sr. PEDRO
Bah... Déjelo tranquilo...


Anatole se acerca al extranjero y de un gesto brusco le arranca el libro.


ANATOLE
¡Ja ja ja! (al extranjero) Se hace menos el fanfarrón ahora. Entonces... vamos a ver en que lengua está escrito. (Anatole se pone a hojear las páginas. )


El extranjero permanece indiferente.


ANATOLE
¡No, pero entonces! ¡El está loco! ¡Está totalmente loco! (al Sr Pedro) ¡¿ Quiere usted ver su libro?! ¡¿ Quiere usted ver su libro?! ande, vea... mire... nada; no hay nada en ese libro. Ni una sola letra. Todas las páginas están en blanco. Ese hombre hace como que lee. ¡Vamos!... ¡es para perder la razón! (muestra al Sr. Pedro el libro) Mire, ¿quiere ver su libro? ¡Vea usted mismo! ¡Nada! ¡Nada! ¡Nada!


Sr. PEDRO
(apenas sorprendido)
Sí, es aburrido...


ANATOLE
¿Aburrido? Usted encuentra esto aburrido. Es trágico, querrá decir.


Sr. PEDRO
Trágico, loco, aburrido... todo eso viene a ser más o menos lo mismo.


Ellos son interrumpidos por el regreso de la Sra. Ermont. El Extranjero recupera tranquilamente su libro tomándolo de las manos de Anatole y vuelve a sentarse. Parece buscar la página en la que se había quedado y retoma su “lectura”. Anatole queda de pie como petrificado.


Sra. Ermont
(refunfuñando)
¡Es increible! ¡Increible! (al Sr. Pedro) ¡Podría usted haberme prevenido!


Sr. PEDRO
Yo no sabía cómo describir, explicar...


Sra. Ermont
Sin embargo (a Anatole quien no se había movido) ¿Usted sabía que...


ANATOLE
(dándose cuenta de la presencia de la Sra. Ermont)
¿Cómo?


Sra. Ermont
(al Sr. Pedro)
Dígalo usted, él no parece estar del todo bien...


Sr. PEDRO
No es nada. Ya le pasará.


ANATOLE
Sin embargo he visto tantas cosas en mi vida... Ah, ¡las cosas que yo he visto, pero esto!...


Sra. Ermont
Retome entonces la lectura de su diario, así estára mejor.


ANATOLE
Tiene usted razón, eso me hará bien.


Anatole mira un instante al extranjero que sigue impasible. Después se vuelve a sentar y se pone a leer nuevamente su diario.


Sr. PEDRO
(a la Sra. Ermont)
¿Ha estado bien en el...?


Sra. Ermont
Sí, aunque ciertamente no ha sido fácil, pero bueno... es el resultado lo que cuenta...


Sr. PEDRO
Sí, en todo caso, yo creo que usted se siente mejor, ¿no es cierto?


Sra. Ermont
¿Usted lo cree? Entonces debe tener razón. (tras un silencio) ¿no hay novedades?


Sr. PEDRO
¿Novedades?


Sra. Ermont
Sí, ... ¿no ha habido algún otro anuncio?


Sr. PEDRO
Ah no, ninguno.


Sra. Ermont
Después de todo, no se está tan mal. Despúes de todo, uno no sabe lo que nos espera después, después de todo...


ANATOLE
(levantándose bruscamente)
¡¿Pero qué es lo que estamos haciendo aquí?!... ¡¿qué es lo que estamos esperando exactamente?! ¿eh? ¿Ustedes lo saben? (al Sr. Pedro) ¿Usted?


Sr. PEDRO
No.

ANATOLE
¡Pero entonces! ¡¿porqué se nos hace esperar?!...


Sr. PEDRO
En mi opinión, no hay ninguna razón particular; nosotros esperamos, podríamos no tener que esperar... de todas formas, eso no cambia gran cosa...


Sra. Ermont
(a Anatole) Pero sí. Es inútil enervarse (reconsiderando) sin embargo es muy extraño.


ANATOLE
¿Extraño? ¡Es inhumano! ¡Sí! ¡Inhumano!


Sr. PEDRO
¿Inhumano? Pero qué lejos va. Yo, lo inhumano, lo pongo en un rincón de mi lavabo, el rincón derecho de preferencia, y lo limpio con jabón de Marsella.


ANATOLE
(queda un momento desconcertado)
¿Qué es lo que dice?


Sr. PEDRO
Yo digo: lo inhumano, yo lo pongo en un rincón de mi lavabo, en el rincón derecho de preferencia, y lo limpio con jabón de Marsella.


ANATOLE
(aparte)
Pero, este está loco también! (al Señor Pedro) Sin querer ofenderlo, Señor...


Sr. PEDRO
Señor Pedro, como piedra.


[...]

fin del fragmento



FNAC - ALAPAGE
128 p. / 15x21 / ISBN 2-9510121-2-8 / 1997 / Precio : 11,43 € (75 FF)



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