Sobralia mutisii
article publié dans le cahier du quotidien El Tiempo*, le 11 janvier 2004
El hallazgo de una
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Bautizo de la
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Cada día va siendo más difícil encontrar nuevas
orquídeas, que empezaron a ser mencionadas 1.500 años antes de Cristo en
India. En China se conocían desde antes de Confucio y en Grecia Teofrasto y Dioscórides se ocuparon de
ellas. Lo que hace realmente asombroso que aún queden orquídeas sin
describir. Todavía faltan algunas por clasificar y otras, que ya lo
fueron, no se les describió siguiendo todas las estrictas reglas necesarias para que su nombre quedara registrado legal y
permanentemente.
Eric Hansen, en su apasionante libro Orchid Fever, relata su viaje con unos nativos de Borneo en búsqueda de orquídeas desconocidas: “Muy temprano me interné en la selva lluviosa de Borneo en busca de orquídeas salvajes. La niebla matutina no se |
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que Ruiz y Pavón (de la Expedición
Botánicade Perú y Chile) establecieran el género, y que fue
posteriormente cuando llamaron erróneamente a nuestra especie Sobralia
dichotoma, probablemente por insinuación de Charles Schweinfurth,
especialista en orquídeas peruanas. El ícono se encuentra en el primero
de los cinco tomos sobre orquídeas de la Expedición Botánica. Ahí
nació el error consignado en Orquídeas Nativas de Colombia.
Entonces decidimos ir a buscarla en su hábitat natural, que el Padre Ortiz tenía perfectamente localizado en su memoria. Y el director del Jardín Botánico, Enrique Uribe Botero, generoso mecenas de las nuevas Expediciones Botánicas, nos llevó a la búsqueda de la orquídea, en una zonaque nuestro botánico de cabecera |
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había acabado de disipar y el coro del canto de los pájaros apenas se había
apagado, cuando Tiong, un colector de plantas del gobierno y dos de sus asistentes se detuvieron en la base de un risco de piedra caliza para quemar palillos de incienso y montones de billetes devocionales
chinos. Estas ofertas servirían para apaciguar el mundo de los espíritus antes de emprender la escalada. Todo iba muy bien, pero a mediados del día los espíritus de la montaña se resintieron por nuestra
presencia. Tiong estaba llegando a la copa de un árbol cuando inadvertidamente al cogerse de una rama agarró un nido de víboras en el que algunas
dormitaban. De pronto, mi guía y protector empezó a volar por el aire con dos marcas de colmillos en su
antebrazo. No encontramos las orquídeas que estábamos buscando y el resto de la tarde nos dedicamos a sacar a Tiong de la montaña”.
Nuestra aventura es mucho mas inocua, más ciudadana, carente de peligros, emoción y culebras, pero tal vez más extraordinaria. Ya vimos que es muy raro encontrar una especie nueva, pero hallarla en una ciudad populosa, en su puro centro, al que los gringos llamarían jungla de asfalto, suena casi a imposible y más raro aún es que esta orquídea haya estado treinta años a la vista del público, a unos pocos centímetros del cemento, sin ser notada. El primer homenaje habría que hacérselo a Rogelio Salmona, amante de las plantas, quien trajo desde la zona de Tequendama la especie a la que nos vamos a referir, y la plantó en los jardines -también diseñados por él- que rodean las Torres de El Parque, que tiene una característica -además de su particular y bella arquitectura- y es que sus habitantes no quisieron convertir en antipático conjunto cerrado sus edificios, incluyendo los jardines. Además, la administración de las Torres tomó también bajo su cuidado las escaleras que antes eran la calle 26, que van desde el Planetario hasta la Avenida Alfonso López. El principio (o el final) de la escalera lo preside la muda estatua de Copérnico, quien cambió la posición del hombre en el Universo, y cuya sobria estatua |
El padre Pedro Ortiz, experto en esa especie
colombiana, examina la nueva orquídea a la izquierda.
fotografías : Guillermo Angulo |
recordaba a la
perfección, como recordaba la exacta época de florecimiento de la planta. El viaje era en domingo y el Padre nos
dijo: celebro misa a las 8, así que nos hablamos a las 8:30 de la mañana. Si está haciendo buen tiempo nos vamos de
cacería. La mañana no amaneció radiante pero la ausencia de lluvia fue suficiente para que decidiéramos
ir. Nos encaminamos hacia San Antonio y llegando a una altura de unos 2.300 metros empezamos a ver generosamente florecida la orquídea
buscada, pero protegida de intrusos en altos e inaccesibles sitios rocosos. Más tarde encontramos unos ejemplares fáciles de
coger, recolectamos unas plantas para el Jardín Botánico y fotografiamos
in situ las flores de la
Sobralia.
Los que pasaban y los dueños de un almorzadero que quedaba al frente miraban con asombro y curiosidad a estos extraños
marcianos, vestidos como si fueran a rescatar a Stanley y Livingstone, que sacaban cámaras
tradicionales, cámaras digitales, flashes, lentes de aproximación,
trípodes, binóculos, altímetros, hacían encaramar por un escarpado barranco a un ágil trabajador provisto de
palín, miraban con amorosa curiosidad las flores y las olían como si fueran expertos de una perfumería francesa aprobando una nueva
fragancia. Todo para llevarse unas matas (para ellos sin gracia), que los han acompañado toda la vida, sin haber sido
sembradas. |
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en piedra un alcalde progresista
hizoconvertir en busto, borrándole a martillazos el texto del país
donante, Polonia, y cubriéndola parcialmente de mármol. Cuando otro alcalde progresista le hizo quitar el mármol que había bautizado la
estatua, los martillazos quedaron a la vista, sin que nadie se haya preocupado por enderezar el entuerto ni restituir el texto del
donante.
Paseando por los jardines que bordean esas vivas escaleras -que tienen una placa que recuerda El sueño de las escalinatas, de Jorge Zalamea, “Oh, creyentes de baja condición, de voluble memoria y de voluntad incierta, la primera exigencia fiscal en esta audiencia es vuestra desdeñosa ignorancia y el definitivo exilio de esa horda que pretende parecerse al hombre”- la casualidad quiso que yo, cuyo oficio principal es mirar, me fijara en esa especie: de repente vi una mata de orquídea florecida. Se trata de una Sobralia, famosa por ser la orquídea más alta. Una del Perú, llamada justamente Sobralia altissima, llega a medir un poco más de 13 metros. La nuestra tiene modestos 4 metros, aunque puede llegar a 5 o 6. Con la ayuda de Vanna, mi señora, incliné la larga rama y fotografié la flor, para pedirle al Padre Pedro Ortiz -tal vez el especialista más connotado en orquídeas (especies) colombianas- que me dijera el nombre. Pero nuestra comunicación es por Internet, y |
competimos en cuál de los dos
servidores, el suyo, que es de la Javeriana, o el mío, de Cablenet,
funciona peor. (Creo que voy ganando.) El mío extravía normalmente las
fotos que yo envío como anexos y el de él vive asediado por irreparables
males. Entonces cometí la infidelidad de acudir a una experta texana en Sobralias,
Nina Rach, quien me respondió con el siguiente e-mail: “Hola,
Guillermo, gracias por el envío. Parece ser Sobralia cattleya,
nativa de Colombia y Venezuela. En la foto se ve casi blanca; normalmente
tiene más color, de rosado a medio café. Mire mi página:
http://sobralia.autrevie.com/Sobralia_cattleya.html Cordiales saludos, Nina” Dos horas más tarde, el mismo 6 de noviembre, Nina me volvió a escribir: “Hola, Guillermo, Me equivoqué: no es la Sobralia cattleya. Pienso más bien que sea la Sobralia dichotoma. Por favor vea mi página: http://sobralia.autrevie.com/Sobralia_dichotoma.html En ella puse su foto. Hay una foto parecida en el volumen 4, página 539, de Orquídeas Nativas de Colombia. Saludos, Nina”. Pero mientras tanto al Padre Pedro se le había arreglado su e-mail, y milagrosamente recibió mis fotos de la Sobralia (luego de un par de intentos) y me dijo que él creía que no era ni S. cattleya ni tampoco la S. dichotoma, que es muy colorida y originaria del Perú. Entonces ¿cuál es nuestra orquídea? Me respondió que Mutis la hizo dibujar (sin clasificarla) antes de |
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[coupures obtenues grâce aux bons soins de Mary Luz Miranda : ¡
Muchas gracias !]